Florián Rey
Antonio Martínez del Castillo nació en La Almunia de Dª Godina el 25 de enero de 1894. Con cuatro años se trasladó a Zaragoza donde cursó los estudios primarios y posteriormente la carrera de Derecho. Pronto se inclinó por el periodismo y la literatura. En 1910 se traslada a Madrid, continúa con el periodismo durante algún tiempo y, tras el servicio militar en Marruecos, comienza a trabajar como actor cinematográfico en 1920. Debuta como protagonista en «La inaccesible» y simultanea el cine con el teatro en el que también trabajaría como primer actor contratado por Gregorio Martínez Sierra en el «Eslava».
Tras una breve trayectoria como intérprete, Florián Rey se convierte en realizador y dirige su primera película, «La revoltosa», en 1924. En su siguiente película, «Gigantes y cabezudos», rodada en Zaragoza durante las fiestas del Pilar de 1925, da muestras de su talento como excelente narrador y de su extraordinaria capacidad para la puesta en escena de la iconografía popular y las tradiciones rurales. Más tarde, con «La hermana San Sulpicio», descubre a Imperio Argentina con la que contraería matrimonio y formaría una fecunda pareja artística.
El paso al cine sonoro lo acomete Florián en 1930 con el rodaje de «La aldea maldita», obra cinematográfica que muchos consideran como la obra más importante del cine español hasta ese momento. Con esta primera versión (habría otra en 1942) consigue un gran éxito internacional.
El tándem Imperio-Florián, en el marco de la productora CIFESA, es el que le llevaría a sus mayores glorias. En esta etapa, Florián Rey recurrió de forma habitual a la colaboración de sus hermanos Guadalupe y Rafael Martínez del Castillo (nacidos también en La Almunia, en 1878 y 1895, respectivamente). Dos películas, «Nobleza baturra» (1935) y «Morena Clara» (1936), traspasaron las fronteras españolas y consiguieron grandes éxitos internacionales.
Durante la guerra civil, la Alemania nazi quiso aprovechar el éxito de la fórmula CIFESA y en los estudios UFA fueron rodadas «Carmen, la de Triana» y «La canción de Aixa».
En 1939, y ya con el régimen franquista, dirige «La Dolores» y, poco después, realiza la segunda versión de «La aldea maldita» y «Orosia», rodada en el valle de Hecho.
A partir de este momento y por distintas causas, entre las cuales es decisiva la separación de Imperio Argentina, comienza la decadencia de su cine en el que apenas merece destacar algún título: «La luna vale un millón», «La cruz de Mayo», «Ídolos» o su último trabajo, «Polvorilla» en 1956.
Retirado del cine, montó un típico restaurante de carretera para turistas en las cercanías de Benidorm. Murió en Alicante el 11 de abril de 1962.