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La Almunia de Florián Rey

miércoles, 9 noviembre 2016

No, no es que se le haya cambiado el nombre al pueblo, sigue siendo de Doña Godina. El título de esta crónica responde a que en el último fin de semana del mes de octubre La Almunia ha vuelto a ser lo que era en la época de Florián Rey.

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La película “Nobleza baturra” no fue rodada en La Almunia, pero eso es casi lo de menos. Florián Rey buscó localizaciones en Borja porque esta localidad ya había sido escenario de la versión muda de Juan Vilà Vilamala y, por otra parte, un compañero de estudios de Florián tenía una casa de estilo aragonés en Bisimbre y la puso a disposición del director durante el rodaje. El realizador almuniense había dejado La Almunia 37 años antes y, sin embargo, reproduce en su película la salmodia que se cantaba entonces en el rosario de la aurora. No es cierto, como a veces se afirma, que el almuniense se olvidara de su pueblo. El nombre de La Almunia se oye en varias de sus películas como “Gigantes y cabezudos” o “La Dolores”. Por eso, me parece maravilloso que La Almunia haya recreado lo que pudo ser el rodaje de Nobleza en 1935. Así pues, no se ha tratado en puridad de una recreación histórica sino de la teatralización de un rodaje de los años 30. Pero insisto, poco importa que la excusa sea una u otra si el resultado ha sido el que ha sido.

El 29 de octubre de 2016 pasará a los anales de la historia almuniense como ya pasó con la celebración del octavo centenario de la fundación de La Almunia en 1978 o con el homenaje a Florián Rey en 1980. El pueblo natal de Florián dio un salto atrás en el tiempo de más de ocho décadas y volvieron a abrir sus puertas Tejidos Villamana, la guardicionería de Blas, los salazones Dionisio, el bar Fernando o la Posada de la Plaza. La Almunia no vivía una jornada así desde que en 1957 José Antonio de la Loma rodó su película “Manos sucias” en la Plaza del Ayuntamiento. Esta vez no era Katia Loritz la estrella, era la jovencísima Imperio Argentina que junto a su esposo Florián Rey y su equipo de rodaje saludaban a los vecinos desde el balcón de la casa consistorial en el más puro estilo de “Bienvenido Mr. Marsall”. Si el auténtico Florián Rey hubiera podido ver la respuesta de su pueblo en este hipotético rodaje se hubiera sentido muy orgulloso. El Florián del siglo XXI pudo comprobar de qué manera se recuerda que aquí, en La Almunia de Doña Godina, nació hace 122 años un niño llamado Antonio, penúltimo de once hermanos, que iba a conseguir que el cine español le hiciera la competencia a las grandes producciones americanas. El 29 de octubre de 2016 La Almunia se reconcilió definitivamente con uno de sus hijos más ilustres. Sus vecinos se echaron a la calle vestidos de época, llenaron los diferentes sets de rodaje, probaron los menús típicos de la restauración republicana y degustaron el pastel Imperio creado para la ocasión. Con toda seguridad, en el rincón del cementerio de Alicante donde reposan los restos del director almuniense se oyeron los ecos de la recreación baturra y hasta es muy probable que Miguel Hernández, que descansa a pocos metros de Florián, haya incorporado un nuevo poema a su Cancionero y romancero de ausencias.

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